viernes, 19 de diciembre de 2014

Borges sí dijo esto

No todo Borges era canyenguismo de salón u orfebrería petulante sobre mitología nórdica. También le hizo una poesía a un gato.

A un gato



No son más silenciosos los espejos
ni más furtiva el alba aventurera;
eres, bajo la luna, esa pantera
que nos es dado divisar de lejos.
Por obra indescifrable de un decreto
divino, te buscamos vanamente;
más remoto que el Ganges y el poniente,
tuya es la soledad, tuyo el secreto.
Tu lomo condesciende a la morosa
caricia de mi mano. Has admitido,
desde esa eternidad que ya es olvido,
el amor de la mano recelosa.
En otro tiempo estás. Eres el dueño
de un ámbito cerrado como un sueño.


De El oro de los tigres


Pero que hagan decir a Borges frases chochas que podrían haber sido escritas la pared de una letrina de geriátrico me parece demasiado. ¿Por qué esa manía de poner en nuestros muros frases bonitas y vacías, y rematarlas con una autoría falsa y rimbombante?

El aléphico siervo de vuestras reverencias

jueves, 18 de diciembre de 2014

Mafalda sí dijo esto...

... cuando fue el golpe militar de Onganía, y no quedaba bien criticar a los recién llegados.


¿Y ahora la bastardean haciéndola decir frases apócrifas de batatas resentidas, secretoras de conmiseración lastimosa, doctoradas en planchado crónico, promotoras de la ortografía raquítica?

Repito: basta de manosear a Mafalda.

El muy iracundo siervo de vuestras reverencias.

domingo, 14 de diciembre de 2014

Para los que no compartimos ciertas cosas con la almohada


Acercarse a la poesía como flirteando. Poemón de Wisława Szymborska [viˈswava ʂɨmˈbɔrska] (1923 - 2012), polaca, premio Nobel de Literatura 1996.
Mi versión de la traducción en inglés del original por Magus J. Krynski and Robert A. Maguire.




Cuatro de la mañana 
La hora de la noche al día.
La hora de un lado al otro.
La hora de los que pasamos los treinta.

La ahora adecentada para el canto del gallo.
La hora en que la tierra nos traiciona.
La hora en la que el viento sopla de los astros extunguidos.
La hora de «y si después de nosotros no hay nada».


La hora taimada. Negra, vacía.
El mero fondo de todas las otras horas.


Nadie se siente bien a las cuatro de la mañana.
Si las hormigas se sienten bien a las cuatro de la mañana

¡bien por ellas!

Y que lleguen las cinco
como si tuviéramos que seguir viviendo.



De Sounds, Feelings, Thoughts: Seventy Poems



El muy desvelado siervo de vuestras reverencias