lunes, 10 de abril de 2017

Agarradísimos, nojugadísimos

Carlos Catani, celebérrimo pastor de un tercio de los fieles católicos burzaqueños y ubicado bien a la izquierda del dial, tenía un fichero muy fecundo de anécdotas de su pasado de cura tercermundista y suburbano.
Relataba que, una vez, una comitiva de Testigos de Jehová del barrio, motivados por su parla de twittero noble y de cara descubierta -virtud que pocos twitteros tienen-, fueron a visitarlo para ponerlo a prueba, cual fariseos, con esas cuestiones con que los amigos tocatimbres gustan de intentar  hacer pisar el palito a los hijos de la Iglesia: que si Jesús tenía hermanos, que si la cruz era en realidad un poste, que si Jesús se peinaba hacia la derecha o raya al medio.
El intrépido cura aceptó de buena gana debatir públicamente esas cuestiones con ellos -asuntos de primera necesidad espiritual, por cierto...- y les indicó que con gusto se uniría a su asamblea si conseguían demostrar que sus argumentos teológicos apostólicos y romanos fallaban. ¡Aires de excitación se colaron entre los sembradores de revistitas! Poco les duró cuando les propuso que si, por el contrario, Catani terminaba teniendo la razón, ellos deberían empezar a ir a sus misas. El resultado fue un masivo mutis por foro, como lo hicieron los que no se atrevieron a arrojar la primera piedra.
Así siguen los cristianos llenos de grietas, y hacia ahí enfila nuestro país, si seguimos amurados al pony, tratando de voltear de un chancletazo al jinete enemigo...

El muy repodrido siervo de sus reverencias