viernes, 26 de septiembre de 2008

Un poema para el otro

Uf, un texto de Jalil Gibran. ¿Queda algo de espacio en los oídos posmodernos para el loco Gibran? (Lo bueno de traducir un texto, es que es un crimen que es muy difícil de imputar; ésta es mi versión de «My Friend», de The Madman, publicado en 1918).


Amigo, yo no soy lo que parezco. Mi apariencia es un atavío que llevo, un abrigo que me protege de tus cuestionamientos, y a vos de mi negligencia.
El «yo» que hay en mí, mi amigo, mora en la casa del silencio, y allí permanecerá por siempre, inadvertido, inasequible.
No pretendo que creas en lo que digo, ni que te fíes de mis acciones, pero mis palabras no son nada sino tus propias ilusiones transformadas en voz, y mis acciones son tus esperanzas, hechas realidad.
Cuando decís: «El viento sopla hacia el este», digo: «Ah, sí, sopla hacia el este», porque no quiero que sepas que mi mente no está en el viento, sino en el medio del mar. No podés comprender mis pensamientos navegantes, ni me preocupa que los comprendas. Estoy en el mar, solo.
Cuando es de día para vos, mi amigo, es de noche para mí; incluso te hablo del sol del mediodía que danza por las colinas y de la sombra púrpura que se cuela furtivamente entre los valles, para que no puedas oír los sones de mi oscuridad, ni verme agitar mis alas hacia las estrellas. Pícaramente no dejo que puedas oírme ni verme. Estoy en la noche, solo.
Cuando ascendés a tu cielo, yo me bajo a mi infierno; desde allí tu voz atraviesa nuestro abismo invadeable, y me dice: “¡Mi par, mi camarada!”, y te respondo: “¡Mi par, mi camarada!” para que no puedas ver mi infierno. Las llamas abrasarían tu vista, y el humo te dañaría. Yo amo a mi infierno; tanto, que no te dejo visitarlo. Estoy en el infierno, solo.

Vos amás la Verdad, la Belleza, la Rectitud; y para darte el gusto digo lo mismo, y finjo amar esas cosas. En lo más íntimo de mi corazón, yo me río de esos valores tuyos. Pero no te dejo ver mi risa. Yo me río, solo.
Mi amigo, sos bueno, candoroso y sabio; ¡qué va! Sos perfecto. También yo te hablo sabiamente y candorosamente. Pasa que yo… yo estoy loco. Pero disfrazo mi locura. Estoy loco, solo.
Mi amigo, vos no sos mi amigo. Pero ¿cómo hacértelo entender? Mi camino no es el tuyo, pero vamos juntos, mano en mano…

El muy humilde amigo de vuestras reverencias

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