miércoles, 24 de septiembre de 2008

Fatiga atlántica



Atlas, veo tus brazos temblar...

Tenés los hombros irreconocibles por las escaldaduras de mi firmamento. Las venas de tu cuello laten como si por ellas corriera lava, y no sangre. Las gotas de tu sudor se funden con las lágrimas de tu agotamiento. Tus codos se sacuden con una cadencia de Vesubio. Tu faz de Ecce Homo mueve.

Alguna vez mi bóveda te iba a empezar a pesar, y ese momento es definitivamente éste. Es muy difícil acomodar los astros... más cuando muchos de ellos se mantuvieron inertes veintiséis años.

Que no falle tu muñeca.


El muy agotáu siervo de vuestras reverencias

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