Por lo general nos acordamos de la divinidad a la hora de requerir, pero pocas veces damos gracias espontáneamente. O no nos atrevemos a dar gracias porque no estamos acostumbrados a ver el vaso algo lleno, aunque esté casi vacío.
Estaría bueno intentar dar gracias esta noche. Y si ya tenemos esa luminosa costumbre, probar dar más gracias. Siempre hay motivo y espacio para más.
A fin de cuentas, el agradecimiento es amor, amor termodinámico. Qué vale más que eso.
Feliz Navidad, alegre Janucá, alocada Kwanza y solemne y digno Ramadán.
El muy agradecido siervo de vuestras reverencias